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Regazo amargo (1955)

El año 1955 un jurado integrado por Alone, Juan Marín y Pedro Lira Urquieta otorgó el premio Zig-Zag a Regazo Amargo, resaltando "la densidad de la prosa de Merino Reyes y la buena observación de sus personajes y de su clase social" (Mansilla, Luis Alberto. "Ojo crítico de la clase media". Punto Final, 18 de abril, 1997, p. 23). La novela fue el germen de un mundo que su autor desarrolló más tarde en su narrativa, además de ser considerada "un fruto maduro de la Generación del 38 [que] dio a su autor prestigio y publicidad" (ibíd.).

Regazo amargo relata los días comunes y corrientes de Francisco Briones, un hombre que vive con su madre y su hermana y que de pronto se enamora de Moraiba, una enfermera casada. El narrador sigue de cerca las escenas cotidianas que involucran a Francisco; por ejemplo, la visita de paso a la madre enferma o el momento "imperativo de soledad" que lo lleva a transitar por las calles y observar a quienes caminan por ellas. En tanto, las relaciones personales de Francisco, a las que se suman sus amigos don Santiago y David, se despliegan solo hasta el punto de no sentirse atosigado. Así, para evitar el asedio de Moraiba, decide emprender un viaje: "Necesito variar de ambiente; todo esto me tiene saturado; Moraiba me persigue con la pretensión de que ha concebido un hijo, es inaudito" (p. 95). Así se suceden las escenas, con los vínculos de Francisco, familiares, fraternales y amorosos, que terminan siendo livianos y superficiales, escenificados de manera sutil por Merino Reyes.

La crítica literaria de la época tuvo opiniones divergentes sobre esta novela. Por un lado, en su "Crónica Literaria" semanal de El Mercurio, Alone destacó sus personajes, "la aplastante vulgaridad de los encuentros amorosos que Moraiba y Francisco acumulan, la mezcla de amor y aburrimiento" (p. 3). El crítico sostuvo que "después de buscar mucho entre las novelas nacionales, no hallamos con cuál de ellas emparentar esta del Regazo Amargo. Merino Reyes se aparta considerablemente de nuestros novelistas". Alone califica a Regazo Amargo como: "Extraño, breve, inquietante libro".

En la otra vereda, desde El Diario Ilustrado, Francisco Dussuel ataca la novela, criticando primero el premio recibido, con todas sus "complicaciones psicológicas y morbosas" (p. 3) y lanzando luego sus dardos a Alone: "¿Es misión del crítico valorizar solo los aciertos estilísticos psicológicos y de estructura, sin aludir siquiera a la trascendencia ética o filosófica que pueda tener una obra?". Dussuel cree ver en la novela un signo de la crisis valórica de la sociedad, lo que lo motiva a establecer un parentesco con escrituras de los bajos fondos como las de Barrio Bravo de Luis Cornejo y Mundo Herido de Armando Méndez Carrasco y a declarar que "no podemos admitir estos veredictos, que cobijados en una falsa concepción del arte, pisotean las leyes divinas y la dignidad humana" (p. 3).