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casas y habitaciones pampinas

Las casas pampinas estaban agrupadas en torno a calles con una planificación urbana básica, que separaba las casas de los obreros, los corrales, las máquinas de elaboración y las casas de los empleados.

En un principio, en la época de las paradas, las habitaciones eran hechas de costra, cañas, cueros de llamas, escasa madera y pisos de tierra. Con la irrupción del sistema Shanks, el material cambió a calamina y aumentó el número de piezas a dos o tres, según correspondiera. Mientras al pampino soltero se le daba una sola, al casado se le otorgaba una casa con dos o tres habitaciones, sin importar el número de personas que integraran su familia.

Dentro de las habitaciones prácticamente no había muebles, excepto los indispensables, debido a la condición nómade del pampino. Según recuerda Cristina Guzmán, las casas en la oficina Aura tenían en la primera pieza "una mesa y un par de bancas, sobre la mesa una botella de agua y un vaso, eso era todo. Después un dormitorio y una cocina en pésimas condiciones (...). Las casas eran de calamina en mal estado. Donde vivimos un poco mejor fue en la oficina Irene, tenía un campamento de siete casas, al terminar estas había tres habitaciones para solteros. Eran tres calles: la avenida Irene, la calle Santiago y la calle Diez de Julio. La oficina Irene era chiquita, pero sus casas eran limpiecitas y de calaminas. Fueron las mejores casas que yo recuerdo".

María Velázquez, de Tu Kin, confirma el recuerdo de Cristina, a pesar de que ella vivió en el otro extremo del Tarapacá salitrero, en Lagunas. Allí "no teníamos baño ni agua, el agua había que comprarla, costaba 10 centavos la lata, comprábamos seis latas para el día".

En general, las casas contaban con bancas y mesas rústicas, camas de "patas de oso", hechas con calamina aplastada, un velador cubierto con un paño bordado que ocultaba el tarro parafinero y una vela de sebo que iluminaba la habitación.

Las casas también contaban con corrales, ya que al pampino le gustaba la crianza de aves, conejos, cuyes y cerdos, entre otros animales domésticos que eran parte importante de la alimentación familiar.