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enseñanza de lenguas extranjeras

Al llegar a nuestro país, Rodolfo Lenz se percató de las falencias que tenía la enseñanza de lenguas extranjeras en las instituciones pedagógicas locales. El aprendizaje se basaba en la memorización de reglas gramaticales, al igual que las primeras lecciones que él mismo había recibido de francés. Según Lenz, sin embargo, este método no permitía que los estudiantes aprendieran, realmente, el uso de un idioma. Respecto de esta experiencia, comenta en Sobre el estudio de idiomas (1919): "Había aprendido el francés según el antiguo método gramatical, con el famoso libro de Ploetz. En el curso del sétimo año (...) pasé a incorporarme al jimnasio de Metz, donde la mayor parte de los alumnos hablaban prácticamente el francés junto con el alemán. Yo no había oído nunca hablar el francés; habíamos traducido las frasecitas de nuestra gramática del francés al alemén i del alemán al francés; habíamos recitado reglas i aprendido vocablos, i nada más". (p. 23).

Concretamente, Lenz abogaba porque todos los estudiantes fueran capaces de leer en tres lenguas -francés, inglés y alemán-, además del español. Orientado a ese objetivo, publicó Libro de lectura para la enseñanza práctica del francés: según el plan de estudios i el programa aprobados por el consejo de instrucción pública (1894) y Gramática inglesa para los colegios chilenos con una introducción History of English (1926), obras inspiradas en la pedagogía moderna. En relación con el método empleado, insistió en su rechazo a la memorización de las reglas gramaticales, proponiendo una enseñanza basada en la práctica directa del idioma.

De este modo, aun cuando el propósito principal de Lenz era que los estudiantes fueran capaces de comprender las obras escritas en diferentes idiomas, advertía que "el sistema mas conveniente i lójico, sería comenzar la enseñanza con ejercicios de conversación (...) porque es más fácil aprender a leer i a escribir, cuando se sabe comprender i hablar" (p. 64).