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Carta parisiense en La Familia

La "Carta parisiense" fue una sección regular de La Familia, que apareció en la mayoría de sus números. Esta columna escrita por Ambrosina C., utilizaba la forma de la carta para hacer referencia a los últimos acontecimientos y tendencias de París. La autora dirigía sus textos tanto a la directora del medio, Celeste Lassabe (1860-1927), como a su público lector. En el cuerpo de algunas cartas, hizo una precisión de género refiriéndose específicamente a las mujeres suscriptoras del periódico.

Ambrosina C., fue una amiga de Celeste Lassabe y excompañera del convento Notre-Dame, cuando la directora de La Familia realizó sus estudios en Bélgica. Ambrosina enviaba sus misivas desde París y, por lo general, se publicaban con un par de semanas de desfase (Hepp, Ricardo. Con letra de mujer. Celeste Lassabe Gassion. Santiago de Chile: A impresores, 2020, p, 100).

Si bien esta, así como la sección "Cartas japonesas", se definían a sí mismas como cartas, representaron en realidad textos híbridos que integraban elementos tanto de la carta -en relación con la intimidad del discurso- como de la crónica, pues tenían el propósito de exponer acontecimientos y dar una opinión sobre estos (Montero, Claudia. "Textos híbridos: crónicas de mujeres del fin del siglo (XIX-XX) en la prensa chilena". Cuadernos de Literatura. Volumen. XXIII. Número 45, enero-junio, 2019, p. 250-252).

En su primera entrega, el periódico indicó que Ambrosina C., había estado en Chile hasta hace poco y que escribía desde su residencia en París. La autora de "Carta parisiense" señaló que escribir para Chile significaba para ella sustraerse "siquiera por breves instantes, al murmullo aterrador de la vida agitada de este mundo parisiense; cerrar los ojos a la vista de la multitud elegante y abismada que se pasea en procesión interminable por los bulevares" (C., Ambrosina. "Carta parisiense". La Familia. Número 1, 15 agosto 1890, p. 2). En este sentido, esta "carta-crónica", según Claudia Montero, "tiene el tono de la inmediatez del presente moderno expresada por una subjetividad que reflexiona sobre su lugar inestable como mujer de la periferia en la metrópoli" (Montero, p. 252).

En sus primeras apariciones, la "Carta parisiense" se orientó a dar noticia respecto de las tendencias de la moda en París. En específico, se refirió al uso de vestidos y trajes de las mujeres de esta ciudad. En el primer número, Ambrosina comentó que se había preparado para escribir su carta a partir de la lectura de varias revistas de moda y el recorrido por la ciudad. A pesar de esto, indicó que ha "llegado a adquirir el convencimiento de que es muy difícil concebir de una manera exacta las leyes que actualmente rigen la moda". Así, expresó que "ya no se acepta un solo color en detrimento de todos los otros; los sombreros no están sometidos todos a la misma forma ni son hechos en el mismo molde; los vestidos difieren según su empleo. En una palabra, la divisa de la moda, que era antes 'uniformidad', es ahora 'diversidad', es decir, todo lo contrario" (C., Ambrosina. "Carta parisiense". La Familia. Número 1, 15 agosto 1890, p. 2).

Si bien el asunto referido a las tendencias de moda para mujeres fue recurrente en esta sección, posteriormente, "se fue enriqueciendo con una gran variedad de comentarios sobre lo que ocurría en París, y también en otros sitios, hasta el punto que Ambrosina C., se convirtió en corresponsal de la vida social, cultura y de la actualidad francesa para La Familia" (Hepp, p, 100). A su vez, solía comentar la lectura de artículos de números anteriores de La Familia, pues recibía las ediciones en París. Los hechos que informaba no solo se restringieron a lo que ocurría en Francia, también hizo referencia a otros lugares de Europa y Asia, respecto a sucesos culturales y políticos.

Además de la moda como tema frecuente de la columna, otro asunto que fue usual en la sección fue el comentario sobre salones de pintura de París, entre ellos, el Salón de los Campos Elíseos, el Salón del Campo de Marte y el Salón de Rosa Cruz. En el número 35 se refirió a la inauguración del Salón de los Campos Elíseos, respecto del cual resaltó su variedad de telas en relación con los salones de "los años anteriores" (C., Ambrosina. "Carta parisiense". La Familia. Número 35, 18 junio 1892, p. 84). En la sección, la autora solía detenerse en la descripción de ciertas pinturas y realizaba un comentario sobre ellas o acerca del artista, desplegando así su conocimiento respecto al arte pictórico. En esta carta, se refirió a telas de los pintores franceses Aimé Morot (1850-1913), Francis Tattegrain, (1852-1915), Paul Vayson (1841-1911), Léon Bonnat (1833-1922), Jean Baptiste Detaille (1848-1912) y Albert Maignan (1845-1908). Sobre este último, aludió a su pintura La muerte de Jean Baptiste, homenaje al escultor francés Jean Baptiste Carpeaux (1827-1875). Ambrosina describió la pintura indicando que "el pobre grande artista, vencido por la dolencia, agoniza recostado sobre una cama, en su vasto taller, cerca de una mesa cubierta de proyectos bosquejados; en ese supremo instante, en el reposo de su pensamiento resignado, le parece ver vagamente animarse sus obras alrededor suyo y venir a darle un postrer adiós". Hacia el final indicó su juicio mencionando que esta tela "es una de las que merecen la medalla de honor" (C., Ambrosina, p. 84).