Durante el siglo XIX diversos historiadores, como Claudio Gay (1800-1873), Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886) o los hermanos Amunátegui, escribieron sobre el proceso de Independencia y sobre las personalidades chilenas y españolas participantes.

Estos trabajos historiográficos se realizaron a partir de fuentes pertenecientes a diferentes instituciones, documentos oficiales de gobierno, archivos privados, colecciones familiares y con los testimonios de los sobrevivientes del proceso emancipatorio, puesto que hasta fines de la década de 1840 no existía ninguna iniciativa tendiente a organizar e indizar esos documentos de manera racional y orgánica, con el auspicio y financiamiento de alguna institución estatal. Además, los documentos que resguardaban las bibliotecas de la Universidad de Chile, del Instituto Nacional y de la Biblioteca Nacional se encontraban dispersos y sin catalogación.

El primero en pensar un proyecto de compilación y formación de colecciones documentales sobre la historia nacional fue el político y periodista Antonio García Reyes (1817-1855), quien en 1848 presentó un proyecto a la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. Pero, debido al trabajo político de García, el proyecto quedó inconcluso y solo fue retomado en 1861 por el intelectual y político Juan Pablo Urzúa (1825-1890), quien publicó los primeros tomos de la Colección de Historiadores de Chile y de Documentos relativos a la Historia Nacional, apoyado por el trabajo de compilación del escritor, poeta y periodista Domingo Arteaga Alemparte (1835-1880). Esta publicación y las sucesivas agruparon documentos relacionados principalmente con la historia de la conquista, colonización y gobierno español en Chile, y fue continuada por Diego Barros Arana (1830-1907) y José Toribio Medina (1852-1930), quienes lograron abarcar hasta el primer periodo de la Revolución y Guerra de Independencia, es decir, entre 1810 y 1814 (Villalobos, Sergio. Índice de la Colección de historiadores y de documentos relativos a la independencia de Chile. Santiago: Universidad de Chile, Instituto Pedagógico. Seminario de Historia de Chile, 1956, p. 7-8).

Para entonces, la única obra que abordaba con plenitud el periodo de la Independencia fue la Historia de la Independencia de chilena de Claudio Gay, publicada en 1856 en dos tomos y que se basó principalmente en archivos privados y de sus colegas académicos, junto con las entrevistas que realizó a militares participantes de la guerra, las denominadas Conversaciones Históricas.

El trabajo de recopilación documental fue continuado y complementado por José Toribio Medina desde 1886, cuando regresó de Europa con una enorme cantidad de copias y originales de documentos concernientes a la Historia de Chile hasta el periodo independentista, los que recopiló tanto en el Archivo de Simancas como en el Archivo de Indias de la ciudad de Sevilla. Dicho acervo documental -parte sustancial del archivo que se formó al interior de la Biblioteca Nacional- fue fundamental para abarcar el periodo que va desde 1814 hasta la Batalla de Maipú en 1818. A esta colección se le denominó Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile, desde el viaje de Magallanes hasta la batalla de Maipú: 1518-1818 (Villalobos, p. 9).

En 1900, Medina se asoció con Enrique Matta Vial (1868-1922), y, a partir de las colecciones previamente formadas y con el ordenamiento de nuevos documentos, tanto donados como encontrados en las bibliotecas e instituciones estatales del país, formaron lo que se conoce como la Colección de Historiadores y de Documentos Relativos a la Independencia de Chile, que aborda el período entre 1808 y 1830.

Entre 1900 y 1909, Matta Vial publicó los tomos del I al XIV, compuestos por el Diario Militar de José Miguel Carrera (1785-1821); la Memoria sobre los principales sucesos de la revolución de Chile, desde 1810 hasta 1814 del general Juan Mackenna (1771-1814); Historia de la Revolución de Chile (1810-1828) de Mariano Torrente (1792-1856); documentos religiosos de los años 1808 a 1814; escritos de Juan Egaña (1768-1836); los tomos de la Revista de la Guerra de José Rodríguez Ballesteros (1775-1851); documentos relativos a los últimos gobernadores de Chile; documentos de los cabildos, el Cabildo de Santiago y la Primera Junta de Gobierno y el Primer Congreso Nacional; sobre las batallas libradas, entre otros.

El trabajo fue continuado en años posteriores por Tomás Thayer Ojeda (1877-1960), quien publicó los tomos del XV al XXVI entre 1909 y 1914, junto a Moisés Vargas con los tomos XXI al XXIII y el XXV. El resto de tomos, del XXVI al XLIII, fueron publicados entre 1930 y 1966 por el historiador Guillermo Feliú Cruz (1900-1973).

La mayoría de los documentos de ese periodo tuvieron relación con la Reconquista española y los años más intensos de la guerra (1817-1819); la dictadura de O´Higgins; la vida, proceso judicial y muerte de los hermanos Carrera; varias memorias militares; los procesos contra el brigadier español Gabino Gaínza (1753-1829); la historia de la Independencia del Perú en la que participó el Ejército Libertador; periódicos del periodo independentista como El Monitor Araucano y muchos otros.

La mayoría de estos documentos fueron utilizados por historiadores de fines del siglo XIX y de parte importante del siglo XX, como Diego Barros Arana para la confección de varios de sus volúmenes de la Historia Jeneral de Chile (1884-1902); Guillermo Feliú Cruz con su Vida de don Manuel Antonio Talavera: primer cronista de la Revolución de la Independencia de Chile (1935) y la publicación en dos tomos de la Memoria Histórica (1964) de Melchor Martínez (1762-1840), incluyendo una introducción biográfica del mismo; Domingo Amunátegui Solar (1860-1946) con Los próceres de la Independencia de Chile (1930); las novelas históricas de Liborio Brieba (1841-1897) basas en hechos y personajes del proceso independentista; Ricardo Montaner Bello (1868-1846) con su Historia diplomática de la Independencia de Chile (1941); Jaime Eyzaguirre (1908-1968) y su Ideario y ruta de la emancipación chilena (1957), entre otros. La colección fue complementada en 1956 por el índice alfabético confeccionado por Sergio Villalobos (1930- ), quien además la utilizó para escribir Tradición y reforma en 1810 (1961).